Los colorímetros fotoeléctricos y espectrofotómetros

Ficha técnica

Tipo de innovación: Aparato; Sistema
Ámbito: Análisis clínicos
Líder de innovación: Grifols i Lucas, Víctor
Año: 1970
Etapa: 1909-1971
Difusión: España
Impacto económico: Alto
Nivel de innovación: Versionador
Patente: No
Relaciones interdisciplinares: -

En el ámbito de la bioquímica, la fotometría consiste en la medición exacta de la absorción o dispersión de los haces de luz en una solución. Esta medición tiene una variedad de aplicaciones posibles, como el análisis bioquímico, el estudio de las reacciones enzimáticas o el aislamiento de las proteínas. A su vez, entre las aplicaciones específicas de la espectrofotometría se encuentra la medición de las concentraciones de bilirrubina, hemoglobina y glucosa en la sangre.

Los primeros fotómetros

Si bien los primeros fotómetros datan de finales del siglo ‎XIX, hasta mediados del XX no estuvieron disponibles de manera generalizada. El primer espectrofotómetro comercial, el Beckman DU, separaba la luz en distintas longitudes de onda mediante un prisma y medía tanto la luz visible como la ultravioleta. Tras su introducción en 1941, se empleó en numerosos proyectos, incluido el que llevaría al desarrollo de la penicilina.

Sin embargo, estos espectrofotómetros eran relativamente caros, por lo que durante los años cincuenta en los análisis de laboratorio de rutina se empleaban colorímetros fotoeléctricos, compuestos por una fuente de luz, una serie de filtros de color, un elemento sensible a la luz que convertía la luz en energía eléctrica, y un microamperímetro que registraba el nivel de energía. Los resultados se interpretaban siguiendo diversos métodos.

El primer aparato de Gri-Cel: el fotocolorímetro EEL

En 1951, Gri-Cel empezó a comercializar su primer aparato, el fotocolorímetro EEL. Aunque la empresa no era responsable del diseño, se encargó de fabricarlo y venderlo bajo licencia de una compañía británica, Evans Electroselenium Ltd. Con el propósito de darle el acabado debido, el Dr. Víctor Grifols decidió que la caja de madera imitara el estilo de las cajas de microscopio alemanas de la época, con aristas biseladas, en lugar de las uniones en ángulo recto preferidas por los artesanos españoles de entonces porque requerían menor destreza y maquinaria más sencilla. Sin duda, el instrumento recibió la atención que merecía, pero el amor por el detalle del Dr. Grifols redujo el margen comercial considerablemente. Entre otras características, este dispositivo utilizaba tres filtros y, mediante una célula fotoeléctrica de selenio, transformaba la luz en energía eléctrica que se leía en un microamperímetro. Los resultados se interpretaban por medio de una curva de calibración, un calculador de química clínica o un cálculo de logaritmos.

Los fotocolorímetros E-4 y de la serie F

Gri-Cel dio un paso fundamental en 1960 con la fabricación de su propio fotocolorímetro, el E-4. Este dispositivo científico de vanguardia, que obtuvo el premio DELTA ADI-FAD en 1962, incorporaba una caja diseñada por el jefe de publicidad de la empresa, el Sr. Baqués. El desarrollo subsiguiente de esta línea condujo a la presentación del E7 en los años setenta, al que sucedieron los modelos de la serie F —F2, F5 y F8— entre finales de esa década y principios de la siguiente.

Gri-Cel crea su propio espectrofotómetro

A principios de los sesenta, Gri-Cel logró un avance aún más significativo con la fabricación de su propio espectrofotómetro, el Spectro Spot, diseñado específicamente para medir las pequeñas cantidades de luz absorbidas por una muestra de sangre. A finales de los setenta, empezó a producir un nuevo modelo, el RD50.

Posteriormente, entre 1980 y 1986, Gri-Cel y Dade Grifols se encargaron también de la manufactura del RDJ-55, un sistema modular de automatización de ensayos bioquímicos que constaba de cuatro componentes, a saber: el espectrofotómetro RDJ-55, la impresora RDJ, el sistema de flujo RDJ, y el procesador Calcin-67. Aunque el espectrofotómetro no era un invento de Gri-Cel —ya que se había creado bajo licencia de Helena—, sí lo fueron los tres productos complementarios de este sistema modular, es decir, la impresora, el sistema de flujo, y el computador de reacciones cinéticas que, con un diseño novedoso para Grifols, utilizaba un microprocesador.